La parte izquierda de la etiqueta está relacionada con el efecto del neumático en términos de consumo de carburante y emisiones de dióxido de carbono (CO2). El 20 % del consumo de carburante de un vehículo depende directamente de la resistencia a la rodadura ejercida por los neumáticos. Cuanto menor es esta resistencia, más bajos son el consumo y las emisiones de CO2.
Este valor de resistencia a la rodadura, medido en un simulador, determina la clase del neumático, de la A a la E: el cliente ahorrará combustible al circular con neumáticos de clase A, con escasa resistencia a la rodadura, con respecto a neumáticos de clase E.
Gracias a los neumáticos de clase A, el consumo de carburante se reducirá aproximadamente 0,5 l/100 km, es decir, unos 80 litros de carburante al año si se recorren 15 000 km anuales. Beneficio para el bolsillo: más de 120 euros para un vehículo de gasolina (con un precio de carburante de 1,55 €/l).
Por otra parte, circular con neumáticos de clase A en comparación a neumáticos de clase E reduce el impacto medioambiental: la disminución del consumo de carburante supone una reducción de las emisiones de 12 g de CO2 por km (¡180 toneladas anuales!)